
CATEQUISTAS - FORMACIÓN
𝗖𝗨𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗟𝗔 𝗙𝗘 𝗦𝗘 𝗗𝗜𝗟𝗨𝗬𝗘 𝗘𝗡 𝗘𝗟 𝗥𝗨𝗜𝗗𝗢
No todo lo que parece devoción, lo es.
No todo Rosario es oración.
Y no todo catequista, forma discípulos.
Un Santo Rosario Viviente cerraba el mes de mayo en honor a la Virgen de Fátima. La imagen era cargada por jóvenes recién confirmados, y a su alrededor, algunos pocos catequistas. Pero lo que debería haber sido una tarde de oración, se convirtió en una escena de ruido, burla y desconexión espiritual.
Gritos, bromas pesadas, groserías. Un joven se negó a cargar la imagen diciendo con desdén: “yo no voy a levantar esa vara”.
Un empujoncito lo llevó a hacerlo, pero no por devoción… sino por presión.
Mientras tanto, algunos catequistas reían con descaro en las esquinas. Otros, simplemente, callaban. El coordinador… ausente, aunque presente.
Y uno se pregunta:
¿En qué momento la catequesis se volvió tan hueca?
¿Cuándo dejamos que lo sagrado se volviera rutina?
¿En qué instante olvidamos que ser catequista no es guiar juegos, sino formar almas?
No, esto no es un juicio. Es una llamada de atención urgente y dolorosa.
Porque cuando falta formación, sobra desorden.
Y 𝗰𝗮𝘁𝗲𝗾𝘂𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮… 𝗱𝗲𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮.
Porque la falta de formación no solo empobrece el conocimiento, sino el corazón. Un catequista mal formado no solo ignora los dogmas, también apaga la reverencia. Y si no se ama lo que se enseña, ¿Cómo amar quien lo recibe?
¿Y qué decir de la coordinadora o el coordinador que no estudian, que no oran, que no lideran con testimonio?
𝗦𝗶 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗯𝗲𝘇𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮, 𝗲𝗹 𝗰𝘂𝗲𝗿𝗽𝗼 𝘀𝗲 𝗱𝗶𝘀𝗽𝗲𝗿𝘀𝗮...
Esto no es una anécdota aislada. Es un espejo roto.
Refleja lo que pasa cuando creemos que la fe se hereda como costumbre, no como decisión. Cuando la catequesis se vuelve un hobby… y no un servicio consagrado.
María, nuestra Madre, no merece una fe a medias.
Y los niños, adolescentes y jóvenes, no merecen una catequesis mediocre.
Merecen testigos vivos. Pastores de almas. Formadores con rodillas gastadas y corazones encendidos.
Tal vez es hora de volver a arrodillarse. De estudiar, de formarse, de callar el ego y abrir el alma. Porque cuando la fe se diluye en el ruido…. Sólo el que es luz podrá devolverle sentido al silencio.
¡Paz y Bien!
Escribir comentario